“Il mondo mío” alardea de la belleza de los cuentos sencillos. Oscar Sipán y Mario de los Santos recrearon en el guión una situación recurrente en las historias de terror neogótico: el miedo a ser enterrado vivo. Basándose en la importancia de las sensaciones visuales y el cambio de ritmos, se abre con el cortejo fúnebre de la joven Virginia Clemm y su inquietante encuentro con el enterrador.
El reducido número de personajes intensifica la importancia de la imagen: un hombre y una mujer en el interior de un precioso cementerio durante una noche.
Y la estatua del ángel exterminador que se convierte, gracias a la voz en off, en el alter ego del protagonista.
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Conocedores de que el cine y su lenguaje crean registros gramaticales propios no pudimos resistir la tentación de hacer de él un soporte mágico para “Il mondo mío”, una narración audiovisual que distorsiona la vida y la muerte hasta convertirla en metáfora.
Esta es la historia que nace del encuentro entre un solitario enterrador y la última habitante del cementerio, y a su servicio hemos puesto la imaginación, la creatividad y la técnica de todos nosotros.
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Un mundo mágico
Conocedores de que el cine y su lenguaje crean registros gramaticales propios no pudimos resistir la tentación de hacer de él un soporte mágico para “Il mondo mío”, una narración audiovisual que distorsiona la vida y la muerte hasta convertirla en metáfora.
Esta es la historia que nace del encuentro entre un solitario enterrador y la última habitante del cementerio, y a su servicio hemos puesto la imaginación, la creatividad y la técnica de todos nosotros.
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